UN DESCANSO REVITALIZADOR

 Mateo 11: 28-30

Jesús nos hace un llamamiento ante la vida y las dificultades. El llamamiento es a tener comunión con él, “venid a mí”. Es un llamamiento a establecer y mantener una relación con él, no de lejanía ni esporádica, sino cercana y de continuidad. Es en esta comunión que descubriremos quién es él: el Camino, la Victoria, la Paz, el Señor, la Luz, la Sabiduría, la Fortaleza, el Guardador. Porque no hay otra forma de conocerlo y recibir lo que tiene para darnos sino caminando con él, yendo a su lado. 
 
Nos llama a tomar un compromiso con él, “Llevad mi yugo”. El compromiso de transitar el camino de la vida junto a él. Porque él es el Camino, él sabe transitarlo; él ya ha vencido al mundo. Este compromiso, es unirnos a él, de ahí la palabra yugo. Por tanto no es un buscarlo y tener relación solo cuando tengo el problema, sino es la decisión de caminar todo el trayecto de la vida con él. 
 
Ese compromiso de ir a su lado no es para caminar con independencia de él, es para mirarlo, fijar nuestra atención en él y hacer como él, aprender. Nos llama a tomar una tarea, aprender de él, “aprended de mí”. Aprender a tomar la actitud en la vida como la suya.  
 
Es en esa relación (que nos lleva al compromiso y a la tarea) donde recibimos descanso en el alma ante nuestras dificultades. Descanso necesario porque esa tranquilidad viene de saber que él está al control. Esa tranquilidad nos permite renovar nuestra fuerzas. Y esa tranquilidad, una vez que absorbe el colapso que produce la dificultad, abre nuestra visión para que sepamos qué hacer y no andemos a oscuras ni en tinieblas; porque nos da sabiduría y nos libra de caminos de maldad y del maligno. Es un descanso que no nos deja pasivos ni nos invita a la inactividad, es un descanso que nos devuelve la vitalidad. 

Si vamos a Jesús recibiremos un descanso revitalizador.


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