TRANSFORMADO PARA VIVIR

 Ezequiel 18: 30-32; Ezequiel 36: 25-27

La obra de convertirnos, de limpiarnos, de darnos un corazón y un espíritu nuevos es del Señor. Es el Espíritu de Dios quien nos hace nacer de nuevo de la voluntad de Dios (Juan 3:5; Juan 1:13).

Nosotros no podemos hacerlo pero Dios si tiene el poder de limpiar una vida. No importa lo sucio y malvado que haya sido el pecado, no importa la de veces que lo hayamos cometido.

Esta obra que Dios quiere hacer en nosotros es totalmente necesaria porque de lo contrario morimos. No solo es que estamos solos ante los sufrimientos y esclavitud de esta vida sino que después de la muerte no continuaremos en la presencia de nuestro Dios y Creador. Y Dios dice claramente que no quiere nuestra muerte.

La obra transformadora es de Dios pero el arrepentimiento es nuestro. Somos nosotros los que decidimos aceptar la obra transformadora del Señor; nosotros somos los que decidimos creer a Dios.

Solo así, con un nuevo corazón y espíritu, es que podemos seguir al Señor sin tener ningún ídolo, es decir sin poner a nada ni a nadie primero que a Dios. Solo así es que podremos obedecer su palabra y vivir conforme a su voluntad. Será el mismo Espíritu de Dios que nos transformó quien se quede a morar en nuestro interior para ayudarnos a conocer y obedecer la voluntad de Dios.

Entradas populares de este blog

EL ÚNICO QUE SACIA DE VERDAD

UN DESCANSO REVITALIZADOR

CRECE POR GRACIA