JESUCRISTO ES MI AMADO
Efesios 1:6 “nos hizo aceptos en el Amado”
Puedo llamar Amado a Jesucristo. Lo llamaré mi amado.
Lo llamaré Salvador y lo llamaré Señor. Necesito llamarle así y creer en él así porque necesito su salvación y que mi vida solo esté bajo su gobierno. Quiero llamarlo Salvador y Señor, pero también es verdad que llamarlo así es una necesidad. Pero lo quiero llamar Amado, porque llamarlo así es mi decisión libre y voluntaria. Podría no necesitar amarlo, pero quiero amarlo, decido amarlo y entonces es mi mayor necesidad amarlo.
Puedo amarlo porque él me ama a mí primero. Mi amor por él nace de su amor por mí.
Su amor por mí es perfecto y pone este amor en mi para que yo lo ame. Nunca, jamás, podría yo encontrar y disfrutar de un amor como este. Este amor me transforma, me perfecciona; y este amor en mí también crece hacia la perfección.
Su amor por mí es pertenencia. Yo le pertenezco y él me pertenece. No hay relación más estrecha. Tengo seguridad de su amor, él quita en mí cualquier duda.
Su amor hacia mí no se agota. Puedo conocerlo más y más.
Su amor es la roca. Puedo establecer y fundamentar mi vida sobre su amor, de tal manera que no seré defraudado. En su amor estoy seguro.
Su amor es para mí la vida, la vida con mayúsculas. Puedo tener con mi Amado todo lo que necesito para esta vida, su amor me hace completo. Y todavía más porque por su amor, mi Amado me lleva después de esta vida a la vida eterna con él.
Lo llamaré mi amado.